Un gerente lidera de verdad cuando crea equipos autodirigidos para que trabajen en la mejora continua de procesos. Cuando anima a los miembros de su equipo a pensar en cómo integrar a todos los actores de un proceso para dirigirlos hacia un objetivo común. Y cuando comparte con ellos la mejor manera de hacerlo, que no necesariamente debe ser la suya.
Como practicantes de los principios de las relaciones humanas, los líderes efectivos también construyen alianzas estratégicas con personas fuera de su organización. Para sacar lo mejor de los demás, los líderes tratan a todas las personas con dignidad y respeto. Gracias a que se preocupan por la productividad, la eficiencia y la rentabilidad, los líderes efectivos se centran en lograr resultados. Toman decisiones y juicios que afectan la vida y los destinos de otras personas, por eso, en su búsqueda de metas, priorizan el beneficio conjunto por encima del individual.
Aunque los entornos de trabajo, los productos y los servicios difieren entre las organizaciones y los grupos de trabajo, las responsabilidades de cualquier líder efectivo se dividen en cuatro áreas:
Los líderes efectivos imparten visión, establecen la dirección y aclaran las expectativas con los miembros de su equipo.
Los líderes eficaces gestionan el ambiente de trabajo más allá de la rutina diaria. Toman decisiones, delegan autoridad y alientan a otros creando un sentido de responsabilidad compartida.
Cuando los líderes efectivos ayudan a formular los objetivos de su departamento o grupo de trabajo, comunican desafíos y oportunidades a los miembros de su equipo. Dependiendo de su propia posición de primera autoridad, los líderes efectivos también sirven como portavoces o enlaces entre varios individuos y grupos en la organización de trabajadores, de mandos intermedios, de consejeros, de accionistas, y en el caso de organizaciones sin ánimo de lucro, de los voluntarios y contribuyentes.
En general, los verdaderos líderes se ganan su posición porque demuestran las siguientes habilidades:
Son jugadores de equipo: Demuestran la capacidad de escuchar, aceptar responsabilidades, cooperar y comunicarse con otros para lograr los objetivos del grupo de trabajo. Su actitud muestra un respeto genuino por los demás y el reconocimiento de la importancia de seguir y liderar. Pueden seguir instrucciones; esta habilidad es un punto de partida para aprender a instruir y guiar a otros.
Están organizados y pueden ayudar a otros a organizar sus actividades. Demuestran un alto grado de conocimiento del trabajo, competencia, un juicio práctico o “sentido común”. Son capaces de establecer prioridades y disciplinarse para poner lo primero en primer lugar. Demuestran su capacidad para alentar a otros a participar de manera constructiva en la realización del trabajo.
Tienen éxito incluso si las indicaciones no están fácilmente disponibles. Descubren cómo hacer el trabajo incluso cuando el procedimiento no es obvio o claro. Resuelven problemas incluso cuando surgen obstáculos inesperados. Son ingeniosos y creativos. Son flexibles y pueden hacer cambios cuando la situación los requiera.
Están motivados y entusiasmados con su trabajo. Son optimistas y ejercen la iniciativa. Les gusta lo que hacen y disfrutan del desafío de la responsabilidad. Hacer el trabajo bien y a tiempo es importante para ellos y les proporciona una gran satisfacción.
Consiguen resultados. Enfocan su energía en los objetivos y prioridades que producen la mayor recompensa para su organización. Su compromiso con el logro de resultados tangibles crea persistencia. Establecen un ejemplo positivo de búsqueda constante de los resultados necesarios para que su organización sobreviva, crezca y tenga éxito.
En cada desafío, los líderes crean un tono y un ritmo positivos para el clima laboral. Por su ejemplo, inculcan en los demás el deseo de dar lo mejor de sí mismos.
Y tu organización, ¿cuenta con verdaderos líderes efectivos?